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Sunday, January 24, 2010

Me fui a la cama dibujando curvas descritas por caderas, el espacio entre las dos tetas, bordes, bordes, bordes. No ideales sino concretos. Afortunadamente, la lectura de Jung no afecta a los caballos salvajes de la imaginación. Aguirre-Kinski abandonando su caballo en el río, a merced de las culebras y los caimanes. El caballo busca tierra y se queda inmóvil entre la espesa vegetación. Es una imagen terrible. Yo me imaginaba que hubieran dejado una pareja, macho y hembra, que hubieran creado una raza de caballos selváticos, acuáticos, arborícolas, quizás carnívoros y antropofágos por venganza. Venganza contra el hombre blanco varios siglos después. Dibujé varios Klaus Kinski-s con su cabeza tallada a cuchillo, con su peso, irregularidad, demencia manifiesta. Pero no puedo recordar el corazón de manzana de lo que soñé. Sólo los márgenes, los preámbulos, el lobby, la alfombra.

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