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Sunday, February 15, 2009

Sexus, Henry Miller




"Tenía la cabeza llena de ideas. Tan pronto tomaba nota de ellas, surgían otras. Por último llegué al punto en que se deja de lado toda esperanza de recordar esas ideas brillantes, y sólo me abandoné al lujo de escribir un libro mentalmente. Sabía que jamás podría volver a capturar esas ideas, ni siquiera una sola línea de esas tumultuosas y maravillosas frases que se escurren de la mente como aserrín derramándose por un agujero. En días como ese se tiene por compañía al mejor compañero que jamás se tendrá: el modesto, el vencido, el ajetreado, el cotidiano uno mismo, que tiene un nombre y que puede ser identificado en registros públicos en caso de accidente o de muerte. Pero el verdadero yo, el que ha tomado las riendas, es casi un extraño. Ése es quien está lleno de ideas; es él quien está escribiendo en el aire, es él quien, si uno llega a fascinarse demasiado con sus hazañas, finalmente expropiará al viejo y gastado otro yo apoderándose de su nombre, de su dirección, de su esposa, de su pasado y de su futuro.
Es natural que cuando se llega a visitar a un viejo amigo en este eufórico estado de ánimo, el amigo no desea conceder en seguida que uno tiene otra vida, una vida aparte en la cual él no participa. Dice con mucho candor:
-Estás con muy buen espíritu hoy, ¿eh? -Y uno asiente con la cabeza, casi avergonzado."

p.30

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