Hipólito, Eurípides
NODRIZA.-¡Oh desdichas de los mortales y odiadas enfermedades! ¿Qué he de hacer contigo? ¿Qué no he de hacer? Aquí está la luz resplandeciente; aquí, el resplandeciente éter; fuera de palacio se extiende ya tu lecho de enferma. No dejabas de insistir en venir aquí, pero enseguida me urgirás a llevarte de nuevo a tu alcoba, pues al punto te hartas y con nada disfrutas. Lo que tienes al lado no te agrada y consideras más grato lo lejano. Mejor es padecer un afección que cuidar de ella. Lo uno es sencillo: a lo otro se une la tristeza de la mente y la fatiga de los brazos. Toda la vida de los hombres es dolorosa y no hay pausa en sus sufrimientos. Lo que sea más grato que el vivir la tiniebla, cubriéndolo, lo vela con sus nubes. De lo que refulge por la tierra resultamos terriblemente apasionados por inexperiencia de otra vida y falta de pruebas de lo que acaece bajo tierra. Por mitos nos guiamos en vano.
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