Estoy en Mérida y no tendré demasiada oportunidad de ver, conocer, visitar. Estoy aquí por la experiencia. No sé si contentándome de que no sea la primera vez. Un día en Acarigua saliendo tarde. Parando por parar casi al azar. No parecemos ir a ninguna parte. Esto es casi un road trip. Una road movie muy aburrida para el espectador, pero no para los personajes. La compañera en el asiento trasero es tan insoportable y genera tanta tensión que le da a todo un toque chevychasesco. Y el peo de llegar a casa de seudo-intelectuales chavistas que beben vino y oyen Silvio Rodríguez es too fucking much. Como toque escenográfico dejar un libro de Javier Marías en una esquina, "al descuido", que le dicen. Ricky Martin ha salido del clóset. Yo estoy por aquí en busca de regalos que llevarte, sintiéndome como el último de los reyes magos, pérdido después de habérseme ocurrido aceptar la cola de Raoul Duke y Doctor Gonzo. Al carajo la estrella de Belén, dije. Al carajo el niño Jesús. Y entonces, irónicamente, vengo a encontrar un nuevo norte un 24 de diciembre, dos mil ocho años después...

Vago buscando algo que te pueda agradar y que pueda recorrer una larga distancia hasta ti. Ojalá fueras tan fácil de complacer como yo. Por ahora aún me rompo el coco de pensar. Tengo dos días. Dos días y una ciudad. Fear and loathing in Mérida.